jueves, 9 de octubre de 2014

Los ritos en la obra El Principito.



Extracto de “El Principito y el zorro”

Entonces apareció el zorro:
 -¡Buenos días! -dijo el zorro.
-¡Buenos días! -respondió cortésmente el Principito que se volteó pero no vio nada.
 -Estoy aquí, bajo el manzano -dijo la voz.
-¿Quién eres tú? -preguntó el Principito-. ¡Qué bonito eres!
 -Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el Principito-, ¡estoy tan triste!
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.
-¡Ah, perdón! -dijo el Principito. Pero después de una breve reflexión, añadió: -¿Qué significa “domesticar”? …
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa “crear lazos… ”
 -¿Crear vínculos?
 -Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú para mí todavía no eres más que un niño igual a otros cien mil niños. Y no te necesito. Tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros. Pero si me domésticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…
- Comienzo a comprender -dijo el Principito-. ..
- Mi vida es monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Así es que me aburro un poco. Pero si tú me domésticas, mi vida se llenará de luz. Reconoceré el sonido de tus pasos que serán distintos de todos los demás. Los otros pasos harán que me esconda bajo la tierra. Los tuyos, en cambio, me harán salir de mi madriguera como una música ¡Mira! ¿Ves allá los trigales? Yo no como pan. Los trigales no significan nada para mí y eso es triste. Pero tú tienes los cabellos color de oro. Entonces, si me domésticas, será maravilloso, porque el trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y amaré el sonido del viento en el trigo…
El zorro guardó silencio y miró detenidamente al Principito:
-¡Por favor… domestícame! –dijo el zorro.
-Me encantaría -respondió el Principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que descubrir amigos y conocer muchas otras cosas.
-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no se dan tiempo para conocer nada. Compran todo hecho en las tiendas. Pero como en las tiendas no venden amigos, los hombres ya no tienen amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
-¿Qué debo hacer? -preguntó el Principito.
-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Al principio te sentarás un poco lejos de mí, así, de esta manera, sobre la hierba. Te miraré de reojo y tú no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca…
El Principito volvió al día siguiente.
 -Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que volvieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Y cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro ya estaré inquieto y preocupado; ¡y así, cuando llegues, descubriré el precio de la felicidad! Pero si llegas a cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… Los ritos son necesarios.
 -¿Qué es un rito? -dijo el Principito.

-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea distinto de otros días, una hora, distinta de otras horas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario